
Por un libro que encontré conocí la historia de su vida, corta, cortísima… El 13 de octubre de 1972 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya en el que iba con sus compañeros de rugby del club “Old Christians”, amigos y familiares se estrelló en la Cordillera de los Andes, del lado argentino, entre el cerro El Sosneado y el volcán Tinguiririca, en Chile. Quedó malherido y sin atención médica suficiente. A casi 5000 metros de altura y expuesto a temperaturas inferiores a los 30 grados bajo cero poco pudieron hacer por él… se quejaba de que tenía frío y pedía la ayuda que ya nadie podría darle… entre esa noche y la madrugada siguiente se fue.
Me da escalofríos pensar que tenía un año más que yo y ya estaba muerto, que mejor dicho había dejado de existir… porque dejar de existir y morir no es lo muerto y él en alguna/s forma/s todavía está vivo.
Me dio más escalofríos saber que sus últimos días fueron donde yo estoy, que cruzó las mismas calles y avenidas, con los mismos árboles ya añosos, que fue a las mismas salas, que durmió en tal hotel, que su avión salió del mismo aeropuerto del que salen los que tomo yo, que desde el cielo vio lo mismo.
¿Alguna vez se preguntaron por qué estaba sonriendo la Mona Lisa? , yo sí. Y así como me pregunté eso también pregunté por él… ¿quién era?... ¿qué lo distinguía de los demás?, ¿qué le estaba pasando?...
Por mucho que leyera no lo iba a saber… aunque, finalmente, tuve que leer un poco más para encontrar lo que buscaba.
En una de mis recorridas diarias por la biblioteca de las almas encontré el libro de sus ojos y como ya todos sabemos, los ojos, son las ventanas del alma... Dudé, porque quizá no me gustara lo que encontraría, dudé... pero finalmente lo abrí:
En una de las primeras páginas me topé con una carta, amarilla por el paso del tiempo, pero lo suficientemente legible para que llegado el momento pudiera leerse... ya en ese punto no dudé y leí... hasta el final
Entre líneas apretadas encontré los vestigios de esas tristezas viejas y profundas que prácticamente te calan, que son como cuchilladas… lo más profundo estaba tan a flor de piel, que creo que se mostraba incluso lo que quizá él mismo no hubiera querido que se viera.
Vi impresa la mirada más triste que vi en mi vida, era como una herida, dulce, muy dulce, pero igual de dolorosa… me desmoroné, la sentí como si fuera una puñalada, recién varios minutos después pude volver a leer. Me corté con los bordes del papel, me corté y me dolía.
El alma de Panchito estaba desgarrada, queriendo gritar, pero resistiéndose a hacerlo… ¿por qué?, ¿por qué?
Panchito estaba triste, tan pero tan triste… estaba desconsolado, ¿no había nadie que lo comprendiera?, ¿que lo entendiera?, ¿que le echara una mirada a su alma y realmente lo viera?…Panchito quería un abrazo…Panchito estaba herido… quería llorar sobre el hombro de alguien… buscaba amor de verdad… buscaba saber si el amor existía…
¡Quisiera haberte abrazado Panchito!, quisiera haberte dado esos abrazos que curan y son “el” bálsamo para los golpes y moretones que da la vida, de esos que dan esperanzas para seguir adelante, para buscar un arco iris entre tantas tormentas… quisiera tanto haberlo hecho… ¿podría abrazar tu alma al menos?
¿El alma se deja abrazar?, ¿se puede dar un abrazo con miradas?, ¿con palabras?, ¿con pensamientos?, ¿se puede sentir un abrazo sin brazos?, ¿puede trascender un abrazo las fronteras del espacio y del tiempo?... quizás… sí
Quiero creer que al estar en las montañas está más cerca de Dios, que está descansando en paz y que en algún lugar del cielo, no muy lejos de donde escribo esto, es feliz.
Panchito estaba triste, tan pero tan triste… estaba desconsolado, ¿no había nadie que lo comprendiera?, ¿que lo entendiera?, ¿que le echara una mirada a su alma y realmente lo viera?…Panchito quería un abrazo…Panchito estaba herido… quería llorar sobre el hombro de alguien… buscaba amor de verdad… buscaba saber si el amor existía…
¡Quisiera haberte abrazado Panchito!, quisiera haberte dado esos abrazos que curan y son “el” bálsamo para los golpes y moretones que da la vida, de esos que dan esperanzas para seguir adelante, para buscar un arco iris entre tantas tormentas… quisiera tanto haberlo hecho… ¿podría abrazar tu alma al menos?
¿El alma se deja abrazar?, ¿se puede dar un abrazo con miradas?, ¿con palabras?, ¿con pensamientos?, ¿se puede sentir un abrazo sin brazos?, ¿puede trascender un abrazo las fronteras del espacio y del tiempo?... quizás… sí
Quiero creer que al estar en las montañas está más cerca de Dios, que está descansando en paz y que en algún lugar del cielo, no muy lejos de donde escribo esto, es feliz.
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