
Este es el nombre de uno de mis libros favoritos, por no decir “el” favorito.
Lo descubrí un verano de esos de mucho calor en Mendoza (donde siempre hace mucho calor) mientras tomaba sol en el club. Una compañera de trabajo de mi madre lo leía en voz alta, luego lo tomé y empecé a leerlo para mí… quedé totalmente abstraída y atraída.
Años después le regalé un ejemplar a mi mejor amiga y luego me compré uno para mí que hoy descansa en mi biblioteca junto con “Noches Blancas”, “Romeo y Julieta” y “La Insoportable Levedad del Ser”.
En francés se le dice “pequeña muerte” a la culminación de un abrazo… ¿A quién te hubiera gustado abrazar?, ¿a quién abrazarías hasta cansarte?, ¿a quién abrazás siempre que podés?, ¿merecemos todos un abrazo?, ¿a quién ya no querés o no podés abrazar?, ¿sólo se abraza el cuerpo o también se abrazan el alma y el corazón?
Particularmente yo tengo muchas personas a las que abracé, abrazo y abrazaré por siempre, hay otras que ya no abrazo y otras que por mucho que hubiera querido nunca llegué a abrazar, o porque que llegué tarde o porque llegué temprano…
Durante lo que queda de este mes y el próximo voy escribir sobre abrazos, sobre los que di, los que me hubiera gustado dar, los merecidos, los partidos, los eternos...
Yo los prefiero a los besos, primero porque no se pueden fingir, segundo porque no los hay con medias tintas y tercero porque requieren toda nuestra concentración (no vaya a ser que termines abrazando una columna o peor aún, a otra persona)
No hay comentarios:
Publicar un comentario