sábado, 18 de agosto de 2012

A Caperucita se la comió el Lobo parte 1

Caperucita todavía no vivía en el Bosque, pero estaba bastante cerca. Conversaba con el lobo que quería que se la comiera y con otro lobo que estaba desesperado por comerla, cuando de repente, apareció un tercer lobo, al que apenas recordó por nombre y asoció a un lugar, un color, un olor y un sabor. Era el lobo con pelo de cordero.
Pasan los meses. Una noche de esas muertas en las que la primavera hace estragos ese lobo le susurra una invitación, apenas unas palabras al oído que resuenan una y otra vez. Caperucita no siente miedo, él está lejos. Luego descubre que no está tan lejos, pero se acongoja, siente que él es demasiado lobo y ella todavía muy Caperucita.
Él le dice que vaya, ella se niega, se niega y se niega. Él tiene una loba, quizá hace varios años y ella todavía es Caperucita, y siempre se tuvo a ella.¿Qué haría ella con un lobo... quizá feroz?
Los días, las noches nulas y los meses van pasando de repente...
El lobo vuelve a aparecer, días antes de que Caperucita se marche lejos. Le habla poco y con monosílabos. Ella se arrepiente de no haber ido a ver al lobo la vez anterior, espera una proposición que esa noche no llegó. Ya fue, el tren ya pasó y ella lo perdió, al menos por ahora. 
Los meses, el tiempo, cruel y hermoso casi como el mundo sigue pasando... enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio... Apenas Caperucita pone un pie en su hogar el Lobo vuelve a las andadas, vuelve a susurrarle.
La loba anterior se marchó y se llevó sus cosas, no quedan rastros, no quedan evidencias, sólo un poco de ella por algún rincón, pero nada más.
Ella tiene que volver al Bosque, tiene que regresar para llevarle cosas a su abuelita, tiene que ser una niña buena. 
El Lobo la intercepta, vuelve a repetirle la invitación, pero ella se niega una vez más. No quiere saber nada con cruzar el Bosque a la madrugada, tiene miedo, pero sin embargo, el Lobo tiene algo que no puede dejar de atraerla y no puede dejar de traerla.
Asì como hizo la primera vez que él pidió verla, ella propuso encontrarlo a la luz del día, cuando los demonios todavía no afloran y ni la luna ni las fauces hambrientas del lobo podían brillar. 
Ella llega muerta de miedo, helada, sin saber a qué se enfrentará ni cómo. Todos los terrores que podía llegar a tener se le deshacen cuando ve a ese Lobo. Reconoció su porte al instante, pero lo que más le costó fue encontrar la concordancia entre su cara y su voz. Sus ojos decían una cosa, su voz, su tono grave y su dureza otra totalmente distinta.
Las horas pasan, Caperucita se siente a gusto, quiere saber si el Lobo es real o es nomás una mera construcción mental. Mantiene distancia, está a la defensiva. Es un desconocido. ¿Por qué debería sacarse la capa?...
Él dice querer volver a verla, ella también quiere. Hay algo o hay muchas cosas que no le cierran, hay algo que le dice que se aleje, gente que dice que no debería verlo nunca más, pero ella parece una abeja yendo hacia la miel. ¿Qué tiene el lobo que no le da miedo?
Se vuelven a ver, ella siente, ¿qué le estará pasando a él?... ¿qué querrá hacer con Caperucita?, ¿alguna vez estarán próximos o ella siempre estará a la defensiva?...

Es viernes llueve, llueve mucho. Ella quedó en salir con los otros animales del Bosque, pero sin embargo busca al Lobo, quiere saber de él, quiere saberlo cerca, quizá hasta lo desee, ¡Claro que lo hace!
El Lobo responde, ella duda, quiere verle fuera, pero él no quiere salir de su cueva (a todo esto, ¿los lobos viven en cuevas?)... Caperucita decide, de una vez por todas, ir al encuentro del Lobo por la noche...

No hay comentarios:

Publicar un comentario