Hace muchos años atrás hubo un Rey que siempre estaba enojado, triste, amargado y no le encontraba el gusto a la vida, todos los días eran una sucesión de minutos en los que irremediablemente el hombre suspiraba hastiado.
Lo único que le daba consuelo era su bufón, que siempre estaba feliz, disfrutaba cada día y reía por todo.
El Rey no podía entender la razón de esta felicidad, no la concebía. Si él, siendo Rey odiaba su existencia, ¿cómo un simple e insignificante bufón puede estar tan feliz todo el tiempo…?. Angustiado por esta pregunta, lo mandó a llamar para preguntarle el motivo de su alegría.
_: Dime Paolo. Dijo el Rey _: ¿por qué estás siempre tan alegre?
Después de pensarlo unos segundos, el arlequín le contestó
_: Porque soy feliz Su Majestad
_: entonces, ¿por qué eres feliz?
_: Porque tengo un trabajo, porque puedo tener un plato de comida todos los días, porque mis hijos y mi esposa me quieren, porque tengo una casa que me da la corte para vivir…
El Rey se ofuscó tras la respuesta que recibió y fue en busca de un sabio del reino para que le diera alguna explicación razonable acerca de la alegría de su bufón, porque seguía sin entender cómo éste podía ser feliz.
_: No lo entiendo. Dijo _: no puedo entenderlo, él no puede ser más feliz que yo, no debe…
_: Hay una forma. Dijo el sabio. _: Pero te advierto que puedes quedarte sin tu bufón
_: No me importa, ¿cuál es esa forma?
_: Tendrás que hacerlo entrar en el “círculo del 99”, del cuál una vez que entre ya no podrá salir
_: ¿Qué tengo que hacer? Preguntó el monarca
_: Déjale en su casa una bolsa con 99 monedas de oro… ya verás lo que ocurre.
Al día siguiente el bufón encuentra bajo su puerta un saco, tremenda sorpresa se llevó al darse cuenta de que había 99 monedas de oro puro, su esposa estaba encantada y él, como siempre, feliz. Pero nada de eso duró demasiado porque luego de contar todas las monedas y darse cuenta de que efectivamente había 99 comenzaron a buscar la número 100.
Dieron vuelta cielo, mar y tierra pero no pudieron encontrarla por ninguna parte… se obsesionaron con esa búsqueda hasta que solo les quedó pensar en que para conseguirla tendrían que trabajar más.
El bufón comenzó a trabajar el doble y la mujer empezó a trabajar, ya la felicidad se les había ido del rostro, debían conseguir la centésima moneda, a como diera lugar.
El Rey ya no vio a su bufón feliz, sino cansado, amargado y triste y por este motivo lo echó del trabajo, sino fuera porque la mujer era una de las costureras de la Reina también hubieran perdido su casa.
¿Cuál fue el error del bufón?... pensar en esa moneda que le faltaba, no en las 99 que ya tenía, que le garantizaban un futuro más que acogedor.
Con nosotros pasa lo mismo, siempre queremos más de lo que tenemos, aunque esto a comparación con lo que ya tenemos sea insignificante…
Superarse es necesario, para salir adelante, para seguir, para mejorar, progresar es parte de la vida, querer ser mejor, creo yo, que es parte esencial nuestra, como seres humanos.
Hay una gran brecha entre el conformismo y la ambición desmedida.
Querer lo que se tiene no es ser conformista, siempre que quieras más, siempre que quieras mejorar.
Querer siempre más no es ser ambicioso, a menos que te obsesiones con eso, que vivas para eso, dejando de lado todo lo demás, incluso, como en este cuento, tu felicidad.
¿Lo dejarían todo para alcanzar la centésima moneda o se quedarían con 99?
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